Reseña crítica: Un asesino a sueldo (Riki Takeuchi) es contratado por un pintoresco mago (el realizador Shinya Tsukamoto, de TETSUO) para eliminar a un yakuza. Llega el momento de disparar y un misterioso asesino (Sho Aikawa) se le adelanta y despacha a la víctima, escapando a los tiros. ¿Qué otra cosa se le ocurre a nuestro protagonista que declarar que ha cumplido su misión para cobrar el dinero? Claro, cuando sus jefes se dan cuenta de esta situación, comienzan a perseguir al primer asesino, quien huye en un ferry, donde se encuentra con el auténtico asesino, en quien reconoce a un amigo de la infancia. En realidad estos dos personajes son los protagonistas de la primera película de la saga, DEAD OR ALIVE (1999), cuya historia no tiene nada que ver con la que nos ocupa. Recordando viejas anécdotas de la niñez, el dúo entiende que su misión en la Tierra es la de asesinar a los más poderosos zares del crimen a cambio de dinero que destinan a la compra de vacunas para los niños pobres del África. Si sus ansias de surrealismo no están satisfechas con esta breve reseña, podríamos agregar que en un lapso de tranquilidad, los asesinos profesionales montan una atrevida obra musical para los niños de la escuela local y que posteriormente entran en estado de gracia y les crecen alas de ángeles (las 'aves' del título). En DEAD OR ALIVE 2 el realizador Takashi Miike nos lleva a los terrenos de la filosofía budista, la ultraviolencia didáctica (al respecto es inolvidable el plano en que se explican los ángulos en que tres balas le revientan la cabeza a un enano), la perversión mental, los simbolismos y otras vertientes de expresión cinematográfica. Al igual que muchas de las obras de la filmografía de Miike, esta no es para todos los gustos y puede ser considerada como basura por los amantes del cine hollywoodense donde todo se explica con una lógica muy norteamericanista, pero lo que es innegable es su ausencia de baches y su capacidad de sorpresa. [Cinefania.com]
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